A.·.
L.·. G.·. D.·. G.·. A.·. D.·. U.·.
AA.·.
LL.·. y AA.·. MM.·.
F.·. B.·. R.·. L.·. S.·. HIRAM ABIF No. 2
TRAZADO:
ARQUITECTURA
DEL ALMA: DISEÑO PERSONAL PARA EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL
V.·. M.·., Q.·. Q.·. H.·. H.·.:
“Y ENTONCES un
hombre dijo: «Háblanos del conocimiento de uno mismo».
Y él respondió:
«En silencio,
vuestros corazones saben los secretos de los días y de las noches.
Mas vuestros
oídos ansían escuchar el eco del conocimiento de vuestro corazón.
Quisierais saber
en palabras lo que siempre supisteis en pensamiento.
Quisierais tocar
con vuestros dedos el desnudo cuerpo de vuestros sueños.
Y es bueno que
así sea.
El recóndito
manantial de vuestra alma necesita brotar y correr murmurando hacia el mar.
Y el tesoro de
vuestra profundidad infinita se revelaría entonces a vuestros ojos.
Mas no tratéis
de pesar en balanzas vuestro tesoro desconocido.
Ni exploréis las
profundidades de vuestro conocimiento con cayados ni sondas.
Porque el yo es
un mar intinito, inconmensurable.
No digáis:
"He hallado la verdad", sino: "He hallado una verdad".
No digáis:
"He encontrado la senda del alma".
Decid más bien.
"He encontrado al alma caminando por mi senda."
Porque el alma
camina por todas las sendas.
El alma no va en
línea recta, ni crece como una caña.
El alma se
despliega como un loto de innumerables pétalos».”.
Gibrán
Jalil Gibrán, “El Profeta”, 2016. EDAF, Madrid-España.
Alma
y espiritualidad son dos abstracciones que han ocupado el pensamiento complejo
del ser humano.
Sobre
el primer enunciado, Aristóteles en su tratado “Acerca del Alma”, acepta la
existencia de ella, aunque su postura es sustancialmente ajena a las
connotaciones religiosas tradicionales; su perspectiva más bien se centra en la
explicación del fenómeno de la vida. Dice el autor: “Resulta,
sin duda, necesario establecer en primer lugar a qué género pertenece y qué es
el alma —quiero decir, si se trata de una realidad individual, de una entidad o
si, al contrario, es cualidad, cantidad o cualquier otra de las categorías que
hemos distinguido— y, en segundo lugar, si se encuentra entre los seres en
potencia o más bien constituye una cierta entelequia. La diferencia no es,
desde luego, desdeñable.”.
El razonamiento subyacente a su planteamiento es, más o menos el siguiente: en
el ámbito de los seres naturales, tenemos vivientes y no vivientes, separados
por una barrera ontológica infranqueable; por tanto, debe existir algo que
constituya la raíz de aquellas actividades y funciones que son exclusivas de
los seres vivientes. Este algo, para Aristóteles, es el alma o “psyché”. El
problema radica entonces, en determinar la naturaleza de ese algo. Cabría decir
que se trata de encontrar una referencia adecuada al término «alma» y tal
búsqueda sólo es posible a través de una investigación filosófica y empírica de
las funciones vitales. Aristóteles se cuestiona en primera instancia, qué tipo
de realidad es el alma. Hipótesis que a su vez se enfrenta a dos cuestiones
fundamentales: si el alma es una entidad que constituye una realidad meramente
accidental; o, si se trata de la capacidad para vivir que poseen ciertos
cuerpos naturales y de la cual carecen los seres inanimados. Desde luego no
siendo tema de este trazado el profundizar sobre el método utilizado; el autor
concluye en una teoría nueva acerca del alma, alejada de especulaciones
anteriores a su estructura, pero no exenta de ciertas ambigüedades.
Por
otro lado, espiritualidad es un concepto un tanto más complejo que el anterior.
Generalmente el ser humano promedio, confunde la espiritualidad con la religión;
siendo este último término, quien ha admitido múltiples interpretaciones. Por
ejemplo, Cicerón dice que los religiosos son los que hacen una relectura de los
cultos divinos, aunque la interpretación más aceptada es la que lo vincula a la
palabra “religare”, es decir, estar ligado o atado, seguramente a Dios y sus
circunstancias. Sin embargo, hoy en día, hasta las creencias religiosas han
sufrido el materialismo abrumador de la occidentalización del ser humano,
siendo en la mayoría de casos, una confusión entre causalidad y correlación.
Dicho de otra forma, la religión ofrece al ser humano una esperanza material; la
luz al final del túnel es ese tipo de angustia existencial que grita por una
solución evolutiva, y la cultura humana parece haber inventado una de las
mejores: la muerte no es el final, sino solo una estación hacia otro lado, es
decir, la muerte real como un presagio de una vida simbólica.
Gracias
a la ciencia y al desarrollo del conocimiento humano, se han develado misterios
que la religión se ha perpetuado en ocultar. Por ejemplo, una de las más
increíbles hazañas de la ciencia: el Proyecto del Genoma Humano. El creyente
hoy en día, puede saber con claridad que, don Isaac tuvo dos hijos, quienes
siguieron caminos muy diferentes: Ismael, casado con una mujer egipcia, Hagar;
y, Abraham, quien fundó una familia con su esposa Sara. Así, los descendientes
de Ismael y de Abraham—árabes e israelitas—comparten
el cromosoma Y que heredaron del abuelo Isaac.
Aquí
debo destacar algo importante, mientras revisaba bibliografía para el trazado,
realizaba un breve análisis de algunas conocidas religiones. La que más llamo
mi atención fue el budismo, ésta se ha acercado a la neurociencia más que las
otras; efectivamente, el budismo está muy interesado en entender cómo se
generan otros estados de conciencia, así como el efecto que tiene la meditación
sobre el cerebro. En un estudio que realiza Robert Thurman, profesor de
estudios budistas indo-tibetanos en la Universidad de Columbia (Estados Unidos)
y presidente del Instituto Americano de Estudios Budistas, usa como ejemplo el
Libro tibetano de los muertos, que aborda mucho acerca de la cuestión del
karma, como una suerte de energía que se va traspasando en las reencarnaciones
que supimos conseguir.
Carl
Sagan también nota que muchas religiones suelen hacer enormes estatuas de sus dioses,
seguramente con el objetivo de hacernos sentir muy pequeños. Sobre ello decía:
“Pero si ese es el propósito, pueden guardarse sus íconos. Solo necesitamos
mirar hacia arriba para sentirnos pequeños”.
En
otra orilla están los químicos enteógenos, a los cuales se accede generalmente a
través de las plantas consideradas sagradas en ciertas culturas. Lo más
interesante de esto, es que las experiencias en gran parte de sujetos son muy
parecidas, una analogía al inconsciente colectivo que formuló Jung.
Considero
en este punto, mencionar el trabajo de otro importante teórico, quien aún
genera dudas sobre su desaparición de este plano; me refiero a Jacobo Grinberg.
Jacobo exploró las fronteras de la mente y la conciencia, nos dejó un vasto
conocimiento que ha transformado nuestra comprensión del ser humano. Su obra,
que integra disciplinas como la psicofisiología, la neurociencia, la
antropología y el chamanismo, ofrece una visión profunda y multidimensional del
desarrollo del ser y la conciencia.
En
el corazón de la propuesta de Grinberg se encuentra la Teoría Sintérgica, un
marco conceptual que busca integrar las diversas perspectivas sobre la
conciencia humana. Esta teoría propone que la conciencia no es un fenómeno
aislado, sino que está intrínsecamente conectada con el universo que nos rodea.
Para
Grinberg, el desarrollo del ser es un proceso de expansión de la conciencia, un
viaje hacia la plenitud de nuestro potencial humano. Este viaje implica la exploración
de diferentes estados de conciencia, desde los más ordinarios hasta los más
profundos y trascendentales. A través de estas experiencias, podemos acceder a
nuevas dimensiones de conocimiento y comprensión, y cultivar una mayor conexión
con nosotros mismos, con los demás y con el cosmos.
Uno
de los conceptos clave en la obra de Grinberg es el de holotrópica. La
conciencia holotrópica se refiere a un estado de conciencia expandida en el que
somos capaces de trascender las limitaciones de la mente racional y
experimentar la realidad de manera más completa e interconectada.
Grinberg
propuso que podemos acceder a la conciencia holotrópica a través de diversas
técnicas, como el chamanismo, la meditación, el trabajo con los sueños y
ciertas sustancias psicoactivas. Sin embargo, enfatizó que el objetivo no es
simplemente "alcanzar" estos estados, sino utilizarlos como
herramientas para el crecimiento personal y la transformación.
Mi
personal conclusión:
La
oscuridad de las doctrinas religiosas y los abusos que engendraron, llevaron a
buen número de espíritus al materialismo. Creemos que todo acaba con la muerte,
que el hombre no tiene otro destino que desvanecerse en la nada.
Si
la vida está circunscrita entre la cuna y la tumba, si las perspectivas de la
inmortalidad no vienen para alumbrar nuestra existencia, el hombre no tiene ya
otra ley que la de sus instintos, la de sus apetitos, la de sus goces. Poca
importancia tiene que le gusten el bien y la equidad. Si sólo aparece y sólo
desaparece de este mundo, si se lleva con él, en el olvido, sus esperanzas y
sus afectos, sufrirá tanto más cuanto más elevadas sean sus aspiraciones; anhelando
la justicia, el desolado ser humano, se considera condenado por no ver casi
nunca su consecución; apasionado por el progreso, sensible a los dolores de sus
semejantes, se imagina que se apagará antes de haber visto triunfar sus
principios.
Cuando,
descendiendo en el fondo de nosotros mismos queremos aprender a conocernos, a
analizar nuestras facultades; cuando, apartando de nuestra alma la esperanza
que acumula allí la vida, el envoltorio espeso cuyos prejuicios, errores y
sofismas revistieron nuestra inteligencia, penetramos en los dobleces más
íntimos de nuestro ser, nos encontramos allí cara a cara con estos principios
augustos que nos aporta la masonería, sin los cuales no habría grandeza para la
humanidad: el amor al bien, el sentimiento de la justicia, libertad y del
progreso. Estos principios, que se encuentran en grados diversos, tanto en casa
del ignorante como en casa del hombre sabio, no pueden provenir de la materia,
que está privada de tales atributos. Y si la materia no posee estas cualidades,
¿cómo podría formar, ella sola, seres dotados de ellas? El sentido de lo bello
y de la verdad, la admiración que experimentamos hacia las obras grandes y
generosas, no podrían tener el mismo origen que la carne de nuestros cuerpos o
la sangre de nuestras venas.
En
la obra “El Arte de ser feliz”, Shoppenhauer al explicar sobre la eudemonología
dice: “Todos los lujos y placeres representados en la conciencia apagada de un
necio son pobres frente a la conciencia de Cervantes cuando escribió el Don
Quijote en una cárcel incómoda. Lo que uno tiene por sí mismo, lo que le
acompaña en la soledad sin que nadie se lo pueda dar o quitar, esto es mucho
más importante que todo lo que posee o lo que es a los ojos de otros. Una
persona llena de espíritu se entretiene a la perfección en la soledad más
absoluta con sus propios pensamientos y fantasías; mientras que una persona con
el espíritu romo siente aburrimiento a pesar de constantes distracciones de
teatro, fiestas y excursiones.”.
Mis
QQ:. HH:., tal vez ustedes hayan quedado más convencidos de que sí, de que hay
un Dios, inventado a nuestra imagen y semejanza, y tan cercano que hasta vive
dentro de nosotros. Si naufragáramos en una isla sin Dios, no nos quedaría otra
posibilidad que inventarlo de nuevo.
Concluyo
el presente trazado, parafraseando al célebre escritor indú, Rabindranath
Tagore, “¡Qué a gusto se halla el alma en tu jardín, jardinero!... Di adiós al
huésped que se va y borra la huella de su paso. Acoge sonriente lo claro, lo
sencillo, lo cercano...”.
Or.·. de Cuenca, 19 de juli0 de 2024 e.·. v.·.
Es mi Palabra V.·. M.·.
Juan Andrés Carpio Arévalo
M.·. M.·.
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