jueves, 12 de septiembre de 2024

La ética Aristotélica y su aplicación en la vida masónica

 


A.’. L.’. G.’. D.’. G.’. A.’. D.’. U.’.

(A la gloria del Gran Arquitecto del Universo)

 

AA.’. LL.’. y AA.’. MM.’.

(Antiguos Libres y Aceptados Masones)

 

F.’. B.’. R.’. L.’. S.’.

(Fundadora Benemérita Respetable Logia Simbólica) Hiram Abif Nro. 2

 

Or.’. (Oriente) de Cuenca, 05 de JULIO de 2024 e.’. v.’.

(Era Vulgar) 6024 a.’. d.’. l.’. l.’. (Años de la Luz)

 

 

“LA ETICA ARISTOTELICA Y SU APLICACIÓN EN LA VIDA MASONICA”

 

La ética aristotélica y su aplicación en la vida masónica pueden ser temas interesantes para explorar, ya que ambas tradiciones filosóficas comparten ciertos principios y valores fundamentales.

Aristóteles, filósofo griego, desarrolló una ética centrada en la idea de la búsqueda de la felicidad a través de la realización de las virtudes. Según Aristóteles, la ética no se trata solo de cumplir normas externas, sino de cultivar hábitos y disposiciones que nos lleven a vivir una vida buena y plena (eudaimonia).

Las principales virtudes éticas en el pensamiento aristotélico incluyen la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Estas virtudes se adquieren a través de la práctica habitual y la razón práctica, y su desarrollo requiere un equilibrio y una armonía entre nuestras acciones, deseos y emociones.

La Masonería es una tradición fraternal y filosófica que se basa en principios éticos y morales destinados a guiar la conducta de sus miembros hacia el perfeccionamiento moral y espiritual. Algunos principios comunes entre la ética aristotélica y la Masonería incluyen:

  1. Búsqueda de la virtud: Tanto Aristóteles como la Masonería promueven la idea de cultivar virtudes como la justicia, la benevolencia, la discreción y la integridad.
  2. Desarrollo personal: Ambas tradiciones enfatizan el autodesarrollo a través del conocimiento de sí mismo y la mejora constante de uno mismo.
  3. Ética del deber y la responsabilidad: La Masonería enseña a sus miembros sobre el cumplimiento del deber hacia Dios, la familia, los vecinos y uno mismo, reflejando la preocupación aristotélica por vivir en armonía con la comunidad y con uno mismo.
  4. Educación moral: Tanto Aristóteles como los masones creen en la importancia de la educación moral y ética para formar individuos virtuosos y contribuir positivamente a la sociedad.
  5. Ética aplicada: Ambas tradiciones no solo se centran en principios abstractos, sino que también buscan aplicar esos principios en la vida diaria, en las decisiones personales y en las interacciones sociales.

En resumen, la ética aristotélica proporciona un marco filosófico que puede complementar y enriquecer la vida masónica, ofreciendo principios sólidos para la reflexión moral y el desarrollo personal dentro de la fraternidad masónica.

Aristóteles utilizó por primera vez el término ética para nombrar un campo de estudio desarrollado por sus predecesores Sócrates y Platón. En filosofía, la ética es el intento de ofrecer una respuesta racional a la pregunta de cuál es la mejor forma de vivir de los seres humanos. Aristóteles consideraba la ética y la política como dos campos de estudio relacionados pero separados, ya que la ética examina el bien del individuo, mientras que la política examina el bien de la ciudad-estado, que consideraba el mejor tipo de comunidad.

Como argumenta Aristóteles el hombre que posee la excelencia del carácter tenderá a hacer lo correcto, en el momento adecuado y de la manera correcta. Un ser humano excepcional es un ser exitoso ejemplo de humanidad. Una persona que vive una vida excepcional hasta la muerte alcanzado su fin.​

La valentía y la correcta regulación de los apetitos corporales son ejemplos de excelencia o virtud de carácter. Así que actuar con valentía y actuar con moderación son ejemplos de actividades excelentes. Los objetivos más elevados son vivir bien, con un bienestarfelicidad o "florecimiento humano". Aristóteles considera que la actividad excelente es placentera para el hombre virtuoso. Por ejemplo, Aristóteles piensa que el hombre cuyos apetitos están en el orden correcto en realidad se complace en actuar con moderación.

Aristóteles enfatizó que la virtud es práctica y que el propósito de la ética es volverse bueno, no meramente conocer. Aristóteles también afirma que el curso de acción correcto depende de los detalles de una situación particular, en lugar de generarse simplemente mediante la aplicación de una ley.

El tipo de sabiduría que se requiere para esto se llama "prudencia" o "sabiduría práctica", Pero a pesar de la importancia de la toma de decisiones prácticas, en el análisis final, la respuesta original aristotélica y socrática a la pregunta de cómo vivir mejor, al menos para los mejores tipos de humanos, fue, si era posible, vivir la vida de la filosofía.

Sostuvo lo que hoy se llama una ética de las virtudes. Aristóteles enfatizó la importancia práctica de desarrollar la excelencia (virtud) del carácter, como la forma de lograr lo que finalmente es más importante, una conducta excelente. Según Aristóteles, las virtudes más importantes son las virtudes del alma, principalmente las que se refieren a la parte racional del hombre

La ética aristotélica, basada en la búsqueda de la felicidad a través de la virtud y el equilibrio, puede tener aplicaciones significativas en diversos aspectos de la vida, incluida la práctica masónica. La idea de cultivar virtudes como la amistad, la justicia, la templanza y el valor, resuena con los principios de la Masonería que promueven el autoconocimiento, la fraternidad y el servicio a los demás.

Aristóteles consideraba que la felicidad era el fin último del ser humano y que esta se alcanzaba a través de la práctica de la virtud. Según él, las virtudes son hábitos adquiridos que nos permiten actuar de manera ética y alcanzar la excelencia humana.

Dentro de las virtudes aristotélicas se encuentran la prudencia, la justicia, la valentía y la templanza, entre otras. Estas virtudes se relacionan con encontrar el punto medio entre los extremos de los vicios, es decir, buscar el equilibrio en nuestras acciones y emociones.

En el contexto masónico, estos principios éticos pueden resonar con la idea de trabajar en uno mismo para ser una mejor persona y contribuir positivamente a la sociedad. La Masonería promueve valores como la tolerancia, la solidaridad y el respeto mutuo, que se alinean con la búsqueda de la virtud en la ética aristotélica.

En la Masonería, se fomenta el autoconocimiento, el crecimiento personal y la búsqueda de la verdad. Estos principios se relacionan con la idea aristotélica de que la virtud se desarrolla a través de la práctica y el hábito. Al cultivar virtudes como la generosidad, la sinceridad, la lealtad y la sabiduría, los masones buscan mejorar como individuos y contribuir positivamente a la sociedad.

En el día a día, podemos aplicar estos principios éticos al tomar decisiones conscientes basadas en la búsqueda del equilibrio y la excelencia moral. Al practicar la prudencia al tomar decisiones, la justicia en nuestras acciones, la valentía para enfrentar desafíos y la templanza en nuestras emociones, podemos avanzar hacia una vida más plena y ética.

En la ética aristotélica, se destaca la importancia de la amistad como un componente fundamental para una vida feliz y virtuosa. Aristóteles consideraba que los amigos son un apoyo invaluable en nuestro crecimiento personal y moral, ya que nos ayudan a cultivar virtudes como la generosidad, la lealtad y la empatía.

En el contexto masónico, la fraternidad es uno de los pilares fundamentales de la Masonería. Los masones se comprometen a tratar a los demás con respeto, comprensión y solidaridad, creando así una red de apoyo mutuo basada en valores éticos compartidos.

Aplicar estos principios en la vida diaria implica cultivar relaciones significativas, basadas en la confianza y el respeto mutuo. Al practicar la amistad virtuosa y la fraternidad masónica, podemos enriquecer nuestras vidas y contribuir a un mundo más justo y armonioso.

Tanto en la ética aristotélica como en los principios masónicos, se destaca la idea de que las relaciones humanas basadas en la amistad y la fraternidad son esenciales para el desarrollo de virtudes como la generosidad, la lealtad y la solidaridad. Al tener amigos verdaderos y hermanos masónicos con quienes compartimos valores y propósitos comunes, podemos crecer juntos en el camino hacia una vida más plena y ética.

En nuestra vida cotidiana, podemos aplicar estos principios al cultivar relaciones auténticas, basadas en el respeto mutuo, la empatía y el apoyo reciproco. La amistad virtuosa y la fraternidad masónica nos brindan un espacio seguro para crecer como individuos y contribuir positivamente a nuestro entorno.

Otro aspecto importante a considerar es la idea de la búsqueda de la sabiduría y el conocimiento en la ética aristotélica y en la Masonería. Tanto Aristóteles como los masones valoran el aprendizaje continuo y la reflexión como medios para alcanzar la excelencia moral y personal.

En la ética aristotélica, se destaca la importancia de la prudencia, como la virtud que nos permite tomar decisiones éticas basadas en un conocimiento práctico y una comprensión profunda de las circunstancias. En la Masonería, el simbolismo y los rituales se utilizan como herramientas para transmitir enseñanzas morales y filosóficas que invitan a la reflexión y al crecimiento personal.

Aplicar estos principios en nuestra vida implica cultivar una actitud de aprendizaje constante, estar abiertos a nuevas ideas y perspectivas, y buscar siempre la verdad y la sabiduría en nuestras acciones y pensamientos.

En la ética aristotélica y en la Masonería, la búsqueda de la sabiduría se vincula estrechamente con el concepto de autodisciplina y autoconocimiento. Aristóteles consideraba que la sabiduría es el resultado de una vida de reflexión, autocontrol y búsqueda constante de la verdad. De manera similar, en la Masonería se alentamos entre nosotros a autoevaluarnos, a mejorar nuestras debilidades y a cultivar virtudes que nos acerquen a la sabiduría.

La idea de que el conocimiento y la sabiduría son fundamentales para una vida ética y plena se refleja en el lema masónico "Conócete a ti mismo", que invita a cada individuo a explorar su interior, sus motivaciones y sus valores para crecer como persona y como miembro de la sociedad.

Al aplicar estos principios en nuestra vida diaria, podemos cultivar una mentalidad de crecimiento, estar abiertos al aprendizaje continuo y ser conscientes de nuestras acciones y sus consecuencias en nuestro entorno.

En la ética aristotélica, la búsqueda de la sabiduría se relaciona estrechamente con la noción de "felicidad" o "bienestar floreciente". Aristóteles consideraba que la felicidad no consiste en la búsqueda del placer o la riqueza, sino en el desarrollo de virtudes como la prudencia, la justicia y el coraje, que nos permiten vivir una vida plena y ética.

En cuanto a la Masonería, la búsqueda de la sabiduría se manifiesta a través de la práctica de los rituales, símbolos y enseñanzas que invitan a los miembros a reflexionar sobre su propósito en el mundo, su relación con los demás y su responsabilidad ética como individuos.

La autoconciencia y el autoconocimiento son aspectos fundamentales en esta búsqueda de la sabiduría, ya que nos permiten comprender nuestras motivaciones, superar nuestros defectos y cultivar virtudes que nos acerquen a una vida ética y significativa.

Al profundizar en estos conceptos, podemos descubrir nuevas formas de crecimiento personal y social, así como contribuir al bienestar colectivo a través de nuestras acciones y decisiones informadas por la sabiduría y el autoconocimiento.

Otro aspecto interesante a considerar es cómo la búsqueda de la sabiduría y el autoconocimiento puede impactar positivamente nuestras relaciones interpersonales y nuestra contribución a la sociedad en general.

Cuando nos esforzamos por conocer nuestras fortalezas y debilidades, así como nuestras motivaciones más profundas, podemos desarrollar una mayor empatía hacia los demás, comprender sus perspectivas y actuar de manera más ética y solidaria en nuestras interacciones diarias.

Aristóteles creía que el conocimiento ético no es solo un conocimiento teórico, sino que una persona debe tener "experiencia de las acciones en la vida" y haber sido "educada en buenos hábitos" para volverse buena. Para que una persona se vuelva virtuosa, no puede simplemente estudiar qué es la virtud, sino que debe hacer cosas virtuosas.

En el contexto social, la sabiduría y el autoconocimiento nos permiten tomar decisiones informadas que no solo benefician nuestro bienestar personal, sino que también contribuyen al bien común. Al ser conscientes de nuestras propias limitaciones y virtudes, podemos trabajar en colaboración con otros para abordar desafíos colectivos y promover un ambiente de respeto mutuo y comprensión.

En resumen, la búsqueda de la sabiduría y el autoconocimiento no solo enriquecen nuestra vida individual, sino que también fortalecen nuestros lazos con la comunidad y nos impulsan a ser agentes de cambio positivo en el mundo que nos rodea.

En la ética aristotélica, la búsqueda de la sabiduría se enmarca en el concepto, que se traduce como prudencia o sabiduría práctica, implica la capacidad de discernir lo correcto y lo incorrecto en función de valores éticos universales y de las circunstancias específicas del momento.

En el contexto masónico, la búsqueda de la sabiduría se lleva a cabo a través de la contemplación de los símbolos y rituales que forman parte de la tradición de la Masonería. Estos elementos simbólicos actúan como herramientas para transmitir enseñanzas morales y filosóficas que invitan a los miembros a reflexionar sobre su papel en el mundo, su relación con los demás y su responsabilidad ética como individuos.

Mi palabra Venerable Maestro.

 

 

Q\H\ CHRISTIAN ASTUDILLO AVILA

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